Los Pitufos y la Educación Emocional
Este fin de semana he estado profundizando en la Programación Neurolingüística aplicada al trabajo docente con una de mis maestras y formadoras. Por la noche, mis hijos pequeños se empeñaron en ver la última película de Los Pitufos y cual fue mi sorpresa cuando, buscando algo en lo que entretenerme mientras veía la película, descubrí que tenía una aplicación directa con lo que estábamos trabajando en la formación.
Creo que ya os he comentado en alguna ocasión que, desde hace un tiempo, he abandonado las teorías más deterministas sobre Educación Emocional en relación con la clasificación de las 5 emociones básicas y la forma en la que hasta ahora se han estudiado y trabajamos las emociones en el aula, hacia un enfoque constructivista, dinámico y contextual de la educación emocional basada en las investigaciones de Lisa Feldman y que refleja de forma Maravillosa en su libro "La vida secreta del cerebro" (2018) (os enlazo una conferencia TED suya que lo explica magníficamente).
Bueno, sumergirse en este enfoque supone aceptar que cada persona percibe las situaciones que vive, a nivel emocional, de una forma concreta y dependiendo de su cultura, sociedad y experiencia personal. Por lo que es inmensamente interesante generar escenarios en las aulas para que nuestros alumnos y alumnas puedan entrenarse en reconocer las sensaciones físicas, los problemas emocionales que se les propone y poder resolverlos utilizando el pensamiento divergente: una situación tiene múltiples opciones para resolverse.
En este sentido, es muy importante que seamos capaces de reconocer las diferentes formas en las que puedo afrontar una situación para seleccionar aquella que considero que consigue la mejor respuesta con respecto a mis necesidades. Y aquí entran los Pitufos a trabajar.
LOS PITUFOS REPRESENTAN TODAS MIS POSIBILIDADES
Generalmente, casi todos los niños y niñas han visto o conocen estos dibujitos, bien por las pelis o por cuentos. Si no, habría que darle un repaso y verla con la clase. Una vez vista o recordándola, se me ocurre iniciar este proyecto de educación emocional, programación o actividad, con las siguientes preguntas:
- ¿Con qué Pitufo te sientes más identificado o, si fueras un pitufo, cuál te pedirías? (hay que adaptar el lenguaje a la edad).
- Imagina que puedes elegir varios pitufos, ¿cuáles te pedirías, a cuáles te pareces? ¿de cuál tienes más y de cuál menos? (por ejemplo, tengo mucho de gruñón, algo de miedoso y un poquito de alegre).
- ¿A cuál te gustaría parecer?
LOS PITUFOS ME ENSEÑAN A MIRAR LAS COSAS DE FORMA DIFERENTE
Sin daros cuenta, ya tenéis una buena herramienta para analizar los conflictos que vayan surgiendo a nivel intrapersonal o interpersonal, ya que cada pitufito nos puede ayudar a entender lo que está ocurriendo desde diferentes enfoques.
Imaginaros que ha ocurrido algo, una discusión, pelea o cualquier cosa. Podríais preguntar las siguientes ideas:
- ¿Si fueras un Pitufo, cuál serías ahora?
-¿Piensa si hay más de uno, porque quizás estés enfadado, triste, angustiado...? ¿cuál crees que ahora mismo tiene más importancia?
- Y ahora que estás más tranquilo, ¿cuál crees que te ayudaría más a resolver el problema que tienes? Vamos a escucharlo a ver qué nos puede decir...
¿CON QUÉ PITUFO ME QUEDO, CUÁL ME AYUDA MÁS?
De esta forma, vamos entrenando la capacidad de ver las cosas de forma diferente. Además, los vamos entrenando en adquirir agilidad a la hora de ponerse en el lugar de la otra persona, de usar las emociones de la forma más útil en cada momento, identificar de forma más compleja lo que siente (sin centrarse en alegre o triste, por ejemplo) y puede visualizar, de una forma sencilla, cuál es la mejor opción.
Además, si los Pitufos que reconoce son siempre los mismos, nos ayuda a adelantarle o recordarle, cuando hay una situación conflictiva, cuál es el que más se repite.
También nos ayuda a identificar a otras personas, papá, mamá, hermanos, profes, amigas... van adquiriendo una buena destreza a la hora de identificar y entender que podemos elegir desde qué Pitufo relacionarnos. Al fin y al cabo, como plantea el enfoque constructivista, voy construyendo (valga la redundancia) la percepción de lo que quiero vivir en cada momento, entrenándome para elegir cómo quiero vivirlo.
Al principio, se plantea como un juego. Se informa a los padres y madres de que se va a trabajar porque estamos ampliando el vocabulario emocional, investigando cómo somos y reconociendo a los demás para que, en caso de conflicto, elegir cómo queremos relacionarnos.
Llegará un momento en que Los Pitufos se nos olviden y hayamos interiorizado este tipo de análisis emocional de forma que nos salga de manera natural e intuitiva, fruto de la mirada entrenada.
También podéis usar los 7 Enanitos de Blanca Nieves (me lo indicó una amiga hablando de este tema). Si son más mayores, a partir del primer ciclo de primaria, podéis tirar de la película de Madagascar, el mundo Marvel o los Pokemon, es cuestión de conocer a vuestros chicos y chicas y adaptaros a su mundo. Habría que decidir con ellos los personajes con los que vamos a jugar y las características o cualidades para poder entendernos.
Y también tenéis el recurso de las máscaras, que será otro post, porque ayuda muchísimo a conocerse y decidir cómo quiero actuar ante las diferentes situaciones de la vida. Para secundaria son perfectas, es con el grupo de edad con el que mejor me ha funcionado, aunque los pequeños les saquen provecho a su nivel, los adolescentes son geniales a la hora de describirse y enseñarles cuándo las usan en su día a día y cuándo es interesante quitárselas y explorar otro registros.