DUELO Y CORONAVIRUS. Impotencia y sufrimiento

19.03.2020

Me resulta muy doloroso el tema sobre el que voy a escribir, pero es una cuestión de responsabilidad hacer visible algo que está sucediendo y que va parejo o implícito en la pandemia que estamos viviendo y que requiere, urgentemente, que se aborde y tomen medidas.

Ayer hablaba con una chica que me llamó, desesperada, porque su abuelo (que vivía en una residencia junto con su mujer) al que -sin querer, lógicamente- un familiar había contagiado de coronavirus, había sido ingresado de urgencias en el hospital con un pronóstico muy grave. Había dejado a su mujer sola en la cama de la habitación que compartían, a sus hijos y nietos recluidos en sus casas, a amigos y compañeros de residencia y de la vida... de la noche a la mañana. Sin poder despedirse, sabiendo que la situación era muy complicada y con plena consciencia, no sólo no pudo decir un "adiós" que sería lo mínimo, sino que no tuvo tiempo o posibilidad de dar un abrazo, un beso, de decir un "gracias, te quiero"... y, por ende, ninguna de las personas que lo quiere, pudieron devolverle o regalarle "has sido un abuelo fantástico, te queremos", "gracias por tantos años de cariño" o "no te preocupes, va a ir todo bien"... Y así llevan varios días en casa, pasando una cuarentena tortuosa por la culpa que sostienen por tener el virus y saber que han podido ser la fuente de contagio, sin poder hablar siquiera con su abuelo ingresado, con su abuela sola en la residencia y con un halo de silencio tras muchas conversaciones, que les cuesta superar por el dolor y la angustia tan grande que cada uno sostiene. 

Y ahora me voy a la realidad del mundo paralelo. Hospitales superados sin facultativos suficientes para atender toda la demanda que tienen. Profesionales agotados que duermen 3-4 horas al día y que hacen un esfuerzo sobrehumano para sacar adelante una situación casi insostenible a costa de las pocas energías que le quedan y bajo, también, la angustia -y posible culpa- por querer cumplir con su compromiso deontológico con respecto al cuidado de la salud de las personas (que implica, por supuesto, exponerse al riesgo continuo con sus propias vidas).

La realidad es que estamos en modo "supervivencia". La emergencia nos está llevando a actuar en el presente y de forma urgente para frenar las consecuencias en relación con la salud física de las miles de personas que están enfermas o pueden enfermar y, "lo psicológico" o la salud mental, ahora mismo, no tiene cabida de forma estructural porque, básicamente, casi que no da tiempo. Ante esto, nos encontramos con dos problemas, uno es que hablar de "la muerte" en el momento en el que estamos es durísimo y casi que no queremos ni pensarlo, pese a ver cifras diarias de fallecidos que son abrumadoras, pero parece que si no se habla directamente, es menos doloroso. Y, por otro lado, no somos conscientes de las consecuencias psicológicas que esta situación va a conllevar (y me refiero sólo al duelo) porque seguimos en "modo supervivencia". Pero si a día de hoy, 18 de marzo, contamos con 741 fallecidos (Camprubí, A. La Vanguardia, 2020), hay unas 741 familias, aproximadamente, que han podido perder a uno o más familiares sin poder, probablemente, despedirse. Y esto si es un problema, actual, inminente, profundamente doloroso y de consecuencias psicológicas que pueden ir de las más leves (dependiendo de los recursos emocionales personales que se tengan) a verdaderas situaciones graves y traumáticas.

¿Qué podemos hacer?

Pese a que estoy especializada en este tema (el duelo), quiero hacer hincapié en que voy a dar algunas recomendaciones desde la más profunda humildad, siendo consciente de la complejidad que vivimos a nivel social y con la idea de que pueda ayudar, sin cuestionar la profesionalidad de nadie o la forma en la que se está trabajando. 

  • Si tenéis a algún familiar con pronóstico muy grave y, por desgracia, sea previsible la pérdida (duelo anticipado), del que no os habéis podido despedir o no contabais con que iba a empeorar hasta ese extremo, sería precioso que tuvierais un espacio íntimo (familiar o individual) en el que podáis escribir o grabar la carta o palabras de agradecimiento más bonita del mundo, y hacérsela llegar a través de algún facultativo que esté atendiéndolo. Sé que esta opción es compleja porque hay muchos turnos y los médicos están saturados, pero intentadlo, por favor. De la misma forma que se están enviando cartas a las personas enfermas, se pueden enviar cartas a vuestros familiares y pedir que haya alguien que se la lea. Menos es nada y seguro que nos encontramos con alguna persona que puede dedicarle un momentín a leerle lo que hayáis escrito o grabado. Da igual el momento, si es antes o después, pero si el pronóstico ya es definitivo, no esperéis. Si no está consciente, hacedlo de la misma forma, que se la lean.
  • Si está consciente, es probable que os quiera decir algo. Así que es bonito que la persona que esté atendiéndolo pueda recoger esas palabras y transmitírosla, aunque sean poquitas, pero es un regalo precioso que también deja muy tranquila a la persona que está enferma.

Una ver realizada la carta de agradecimiento de forma "urgente", os propongo realizar una carta que, realmente, sería un paso previo a la carta de anterior pero que, si hay apremio por el tiempo, se puede hacer después. Os propongo escribir una carta sobre las culpas que acumuláis por toda esta situación: no haber podido estar cerca, no haberos despedido, los abrazos que te hubiera gustado darle en esos días... Si fuiste la fuente de contagio, puedes expresarle que ha sido una serie de catastróficas desdichas que se han escapado de nuestro control... escribid todo lo que os pida el corazón. Si de repente os surge la necesidad de compartirlo en familia, ¡adelante!, pero se trata de un trabajo, sobre todo, individual, por lo que cada familiar debe escribir la suya propia aunque luego la comparta si quiere.

Cuando la tengáis escrita, buscad un huequito tranquilos en casa, poneros una foto de la persona de la que os estáis despidiendo, rescatáis la carta de agradecimiento que le habéis enviado y mientras quemáis la de las culpas, volved a leer la cantidad de "gracias" que le habéis transmitido.

Todo esto que os cuento se puede (y debe) hacer si, por desgracia, la persona ya ha fallecido. Es una forma de ir elaborando el duelo hasta que esta situación termine y podáis tener más recursos. Sólo que la carta del agradecimiento la leéis en familia, no se la podréis enviar.

Y también podéis implicar a los niños y niñas adaptando el lenguaje a su edad. Ellos también necesitan entender lo que está pasando y elaborarlo.

En uno de los casos con los que he trabajado estos días, la familia que estaba en una situación de duelo anticipado y sin poder comunicarse con el familiar que iba a fallecer en cuestión de horas, llevaba varios días con una angustia bajo una aparente "normalidad", que les impedía sentarse a hablar del tema aunque comentaban la dureza de la situación, la "mala suerte" que tenían... pero no habían sido capaces de sentarse a hablar a nivel emocional de la tristeza, el dolor o la culpa, entre otras cosas, que estaban viviendo.

Por ello, os recomiendo dedicaros un ratito -si estáis pasando por esta situación- a hablar de esto. Pararos, abrazaros, expresaros, llorad... ahora más que nunca necesitáis estar juntos y agradeceros los esfuerzos que estáis haciendo para llevar esta situación de la mejor forma posible. La alternativa a no hacerlo es muy angustiante y, cuando todo esto pase, podréis despediros con todo el ritual que la persona se merece.

Y, por supuesto, sabiendo que esta situación es dificilísima y que "es fácil" escribirlo pero otra cosa es vivirlo, 

Poneros en manos de psicólogos o psicólogas que están ofreciéndose de forma voluntaria (o no) a atender este tipo de cuestiones. No esperéis a que todo esto pase, pedidla ahora. Tanto para resolver la situación que estáis viviendo como para prevenir más sufrimiento e ir haciendo lo que podáis en este momento. Os podemos acompañar, guiar, escucharos y orientaros en lo que podéis ir haciendo para llevar todo esto lo mejor posible.

Por mi parte, podéis contactarme para preguntarme y, en la medida de lo posible, os iré ayudando en lo que sea necesario. Son situaciones para las que ninguno estamos preparados, pero entre todos podemos ayudarnos.

#TODO VA A SALIR BIEN