Pedagogía de la despedida. Una propuesta de trabajo emocional para el paso de primaria a secundaria
(y cualquier otra despedida)
Hace unos meses, dando un paseo familiar, me paré curiosamente a mirar un árbol solitario, de color rosado, con una base tan robusta que parecía que sostenía el suelo.
Toborochi está recubierto de espinas, es familia lejana del Baobab africano y ha aprendido a vestirse de púas para que no se le acerque nadie y vivir así, lejos de los abrazos. Sus hojas son rosadas y verdes, frondosas, y tiende a tomar una forma redondeada con el paso del tiempo.
Entramos en la semana del "sálvese quien pueda". Reuniones, evaluaciones, merendolas, piscinas, teatros, bailes, regalitos... nuestros chicos y chicas comienzan a notar que esto se acaba y que, en unos meses, entrarán en una etapa nueva con muchos cambios.
Y ahora os pregunto, ¿Cuántos Toborochi creéis que tenemos en nuestras aulas?
Hay trajes de púas que se cubren de risas, bromas y guasa. Otros llenos de evitación y miradas cabizbajas. Hay algunos confrontradores, incluso violentos. Están los trajes de nostalgias. Los de sonrisa inmaculada. Trajes llenos de perfección y exigencia y otros de duda y confusión...
Esa amiga a la que ya no voy a volver a ver, la clase que nunca más voy a pisar como alumno, esos bocadillos que dejaré de tomar en los recreos, la inocencia con la que jugamos en los descansos, las maestras que dejarán de cuidarme como siempre... El paso de primaria a secundaria es un momento muy importante al que, en muchas ocasiones, le damos poca importancia. No existen ritos de paso que ayuden al imaginario de estos chicos y chicas a elaborar una etapa que ha marcado su forma de aprender, de relacionarse y de cuestionarse casi la propia vida.
Lo que os propongo a continuación es que seamos capaces de darle a nuestros alumnos la oportunidad de quitarse, durante unos días -ojalá fuera durante todo el curso, ese sería otro tema...- ese traje de púas y puedan despedirse desde la esencia propia de lo que son, desde su mejor versión como personitas. Para ello, es importante generar ese proceso ritual que les ayude a mostrarse desde ese otro lado. Este artículo es una propuesta para que aprovechéis esta semana y hagáis un proceso de despedida de etapa, sin disfraces y cerréis con ellos un ciclo dándoles la oportunidad de expresarse tal y como son.
Antes de la sesión, se les pide que traigan 3-4 fotos de su paso por primaria, las que más le gusten.
1- Se les prepara una sala con todas las fotos que han traído a modo de museo de recuerdos. Van entrando con música tranquila y las van viendo. Es fundamental que conecten emocionalmente con el recuerdo (recordad los trajes de púas).
2- Se hace una meditación de unos 5 minutos basada en la compasión. Es decir, primero por parejas y luego en círculo, les vais indicando que cierren los ojos, respiren pausadamente, y vayan pensando en sus compañeros de vida durante los seis o nueve (con infantil) años anteriores... el objetivo es generar un estado emocional compasivo en el que puedan mirar a sus compañeros y compañeras desde el cariño, respeto y la ternura. Se hace un recorrido breve por los seis años, a modo genérico.
3- Una vez terminada la meditación, se les divide en grupos de unas 5 personas y se les da una cartulina en la que tienen que expresar de forma abstracta y en grupo, lo que para ellos ha sido el paso por la primaria. Deben ponerle un título y, cuando todos han terminado, lo exponen al resto de compañeros, de forma que han debido ver unas 5-6 versiones del paso por primaria.
4- Cuando ha finalizado la exposición, volvemos a sentarnos en círculo y se abre una conversación en formato asamblea en la que se les explica que tienen la oportunidad de expresar aquellas cosas que han ocurrido desde que son compañeros y que se han convertido en motivos para sentirse culpables o generarles un malestar con otra persona. Es importante ponerle ejemplos: "cuando una vez no quise jugar contigo en el recreo", "aquella vez que hablé mal de ti", "la pelea que tuvimos en...". Se les da la opción de que lo escriban en el momento o y, si no quieren leerlo delante de todos, pueden hacerlo en intimidad con la persona con la que quiere resolver lo que necesite.
Esta fase es fundamental y hay que animarles mucho, más aún cuando seguro que prácticamente a todos le ha pasado cosas de este tipo.
5- Cuando se han expresado todos estos asuntos pendientes, se les coloca en dos círculos concéntricos o en dos filas y van agradeciéndose uno a uno todo aquello que les apetezca, lo que les salga del corazón, de forma que todos tienen que haber pasado por todos y cuanto más agradezcan mejor.
Con este trabajo, ya se puede cerrar la sesión con un abrazo grupal o como a cada uno le apetezca. Yo recomiendo una última fase, una vez descansados u otro día, en la que se hace conjuntamente: "El manifiesto de 6º". Un manifiesto que se leerá delante de los compañeros de las otras clases, padres o primaria en general, de forma que hagan público los valores, aprendizajes o emociones que quieran expresar sirviendo de ejemplo sano para el resto de cursos.
Este ritual se puede hacer en cualquier curso, campamento, actividad... ya que es una propuesta de trabajo ante cualquier tipo de despedida (incluso de compañeros en el claustro, ahí lo dejo...). Lo importante es que enseñemos a nuestros alumnos y alumnas a elaborar los adioses superando esos trajes que nos ponemos, desde que somos muy pequeñitos y que nos impiden expresarnos desde nuestra propia esencia.
En eso radica la educación emocional, en saber gestionar esos disfraces que nos vamos poniendo en el día a día y aprender las ecuaciones emocionales que nos hacen mejor persona.
En estos días, la mejor lección será aprender a decir un hasta la próxima.
Si habéis decidido poner en práctica el trabajo que os propongo, me encantaría que me contaseis cómo os ha ido en los comentarios. Es la mejor forma de aprender entre todos. Gracias