¿Cómo diseñar la primera reunión informativa de padres emocionalmente diferente?

16.09.2018

Ahora que las vacaciones han quedado en nuestra memoria y nuestros chicos y chicas arrancan motores para un curso nuevo, nos toca llamar a esos papás y mamás para contarles hacia dónde queremos acompañar a sus hijos y la necesidad que tenemos de que el viaje sea conjunto.

Tradicionalmente, las reuniones de padres y madres han consistido en una transmisión de objetivos, contenidos y evaluaciones más aquellos adornos que cada uno decide incluir en su metodología: la gestión de la agenda, la elección del padre o madre delegado, los desayunos saludables, la gestión de los cumpleaños, los deberes... Pero ¿qué pasaría si diseñamos una sesión diferente en la que hagamos a las familias cómplices de un proceso de aprendizaje cooperativo y diseñemos conjuntamente hacia dónde queremos caminar, cómo queremos que sea la comunicación y cuáles van a ser los principios y valores que van a inundar el curso?

Sé que no sois coach, ni terapeutas (aunque cumplís sus funciones en muchas ocasiones), pero os voy a mostrar algunas ideas para hacer una reunión informativa de padres emocionalmente diferente.

En primer lugar, es fundamental que gestionemos las cuestiones logísticas que, tradicionalmente, son necesarias para un funcionamiento "normal" de la clase. Pero, a apartir de ahí, se abre un mundo de posibilidades.

¿Y si diseñamos conjuntamente cómo queremos que el grupo-clase vaya avanzando a nivel emocional durante el curso? ¿cómo imaginamos que terminarán en relación con el clima general entre los chicos y chicas?¿qué vamos a hacer (como padres) si ocurre alguna situación de injusticia?... se trata de que diseñemos conjuntamente un contrato familia-escuela en la que el avance emocional e instrumental sea el centro y que todas las partes se comprometan explícitamente a cumplirlo diseñando cómo lo van a hacer.

Yo soy partidaria de que muchas de las cuestiones logísticas se puedan transmitir en un correo electrónico para que, en esa hora y media o dos horas que pasamos con los padres a principio de curso, aprovechemos para realizar este trabajo de diseño conjunto. Para ello, es fundamental que los niños estén presentes, sean partícipes y testigos de los propósitos que se van a tomar.

"Deseamos que nuestros hijos e hijas acaben el curso satisfechos del trabajo que han realizado. Que aprendan la importancia de la interdependencia para que todos puedan ayudarse y tengan sentimiento de equipo. Que en el momento en el que algún compañero sospeche que se está dando una situación injusta, pueda comunicarlo y todo el grupo, junto con sus familias, reaccione para valorar qué está ocurriendo y cómo solucionarlo. Queremos que aprendan de sus equivocaciones, sean perseverantes y que nuestra exigencia sea la justa y necesaria para no frustrarlos. Queremos que nuestros hijos aprendan a calmarse ante situaciones estresantes y buscar la mejor opción. Queremos que respeten a sus profesores y se diviertan cada día como para no querer irse del cole"

Pero lo interesante de esta manifestación de intenciones no es su desarrollo en sí (aunque es fundamental hacerlo explícito), sino:

¿QUÉ VAMOS A HACER LOS PADRES, NIÑOS Y PROFES PARA QUE ESO SE CUMPLA?


Cómo y de qué forma nos vamos a comprometer cada una de las partes, cómo vamos a hacer la valoración de que estamos consiguiendo aquello que nos proponemos o qué tenemos que modificar si algo está ocurriendo que para que no se cumpla.

Para que esto se cumpla, nosotros como padres nos comprometemos a pasar tiempo de calidad con nuestros hijos y preguntarles cómo les ha ido el día y cómo se sienten. Valoraremos los errores como oportunidad de aprendizaje y los animaremos a tener unos hábitos de estudio a través de la motivación, sin exigencias asfixiantes. Intervendremos ante cualquier situación de injusticia a algún compañero de forma responsable y con autoridad.

Nosotros como alumnos, nos comprometemos a hacer partícipes a nuestros padres de cómo nos ha ido el cole y cómo nos sentimos. Velaremos porque nuestra profesora pueda acompañarnos desde el respeto. A ser reponsables de nuestras cosas. A informar si somos testigos de alguna situación que sepamos que está haciendo daño a algún compañero. Y a disfrutar y respetarnos entre todos.

Yo como maestra, me comprometo a pediros ayuda cuando la necesite. A escuchar las necesidades de vuestros hijos y transmitiros aquellas cosas que me llamen la atención y no sea de mi competencia educativa. A ver en cada uno de vuestros hijos una oportunidad de aprender y a convocar reuniones trimestrales para que veamos si estos compromisos se están cumpliendo y qué tenemos que hacer en el caso contrario."

Aunque estas declaraciones y compromisos son muy bonitos, tenemos que tomar tierra y concretar para ayudar a las familias a saber cómo lo tienen que hacer dependiendo del nivel en el que trabajemos. Para ello, ayuda mucho llevarse las cosas por escrito para que las puedan poner en un lugar visible.

- Cuando en casa estemos apunto de explotar y hacernos daño, pararemos, respiraremos y contaremos hasta 10 tal y como hacemos en la clase.

- Dedicaremos un ratito al día a preguntarnos cómo ha ido y qué hemos aprendido.

- Todas las noches, antes de ir a dormir, nos daremos las gracias por algo que haya ocurrido durante el día.

- En la agenda no sólo escribiremos inquietudes o dificultades, sino que también resaltaremos cualquier elemento de alegría, orgullo o celebración de nuestros hijos o su profesora.

- Cuando surja un conflicto, reflexionaré sobre cuál es mi parte de responsabilidad para saber qué tengo que cambiar y ser un ejemplo para mis hijos.

Y así todas las cosas que surjan en ese contrato familiar que podemos realizar en esa primera reunión.

Os dejo un documento complementario que os puede ayudar muchísimo a la hora de reflexionar sobre aquellas cosas que queremos cambiar. Podéis entregarlo a los padres, realizarlo como docentes e incluso adaptarlo a vuestros alumnos según su edad. Yo lo uso en casi todos mis cursos.

Daros la oportunidad de hacerlo de forma diferente, no tengáis miedo. Nadie dijo los principios no fueran difíciles o, al menos, curiosos. Pero de verdad que cuando ves que se van dando pasitos, es emocionante y motivador.

Os aseguro que he tenido reuniones de este tipo y salen cosas que nos asombran, tanto de los niños como de sus padres (y de nosotras mismas).

Así que ánimo, contadnos vuestras experiencias y lanzaros a sembrar una comunidad educativa consciente.

¡Es la única manera de cambiar el mundo!